Sindicatos opositores al
Gobierno argentino bloquearon este martes carreteras y calles, paralizaron el
transporte por tierra y aire y frenaron las exportaciones de granos, en la
primera huelga general en casi 10 años para exigir compensaciones para los
trabajadores por la alta inflación en el país.
La protesta de 24 horas convocada por la
principal central obrera, la peronista Confederación Central del Trabajo (CGT),
y la más pequeña Central de Trabajadores Argentinos (CTA) era acatada
mayormente entre los gremios de servicios y de empleados estatales. Partidos de
izquierda también convocaron al paro.
En cambio, los sindicatos industriales,
nucleados en una escisión de la CGT que respalda a la presidenta Cristina
Fernández, rechazaron sumarse a la protesta, la primera de su clase desde diciembre
del 2002 cuando una feroz crisis económica disparó el desempleo por encima del
21 por ciento.
Los huelguistas exigen una subida del salario
mínimo y las asignaciones por planes sociales, la eliminación del impuesto a
los ingresos de los asalariados -llamado ganancias- y un alza de las
jubilaciones para hacer frente a una alta inflación que economistas privados
calculan en un 25 por ciento para este año.
La huelga podría abrir un período de mayor conflictividad
sindical en Argentina, donde las protestas y cortes de rutas por demandas
salariales son frecuentes pero están atomizadas, según analistas.
La huelga general se da casi dos semanas después
de que cientos de miles de personas, mayormente de clase media, salieran a las
calles de las principales ciudades argentinas contra el Gobierno en una
protesta inédita que fue autoconvocada en las redes sociales.
El Gobierno, que sólo reconoce un incremento en
los precios que orilla el 10 por ciento anual, ha calificado a la protesta como
una extorsión y ha dicho que está motorizada por las ambiciones políticas de
sus líderes.
Los huelguistas cortaron los principales accesos
a la ciudad de Buenos Aires y algunas carreteras en el resto del país. Los
hospitales públicos sólo atendían emergencias y los juzgados y escuelas
estatales permanecieron cerrados en la capital argentina y en la provincia de
Buenos aires, que albergan a más de un tercio de la población nacional.
Tampoco funcionaban bancos ni estaciones de
carga de gasolina.
Algunas entidades rurales que agrupan a pequeños y
medianos productores se sumaron a la protesta. Los principales aeropuertos del
país registraban pocos vuelos por la adhesión al paro de los gremios
aeronáuticos.
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