Las autoridades de Cagayan de Oro, en el sur de Filipinas, prepararon ayer fosas comunes para cientos de muertos amontonados en tanatorios y dependencias oficiales de esta ciudad sacudida por una devastadora tormenta tropical.
"Es imposible enterrarlos uno por uno. Nos está costando mucho identificarlos. Estamos construyendo un depósito común para enterrarlos mañana (hoy)", dijo Vicente Emano, alcalde de Cagayan de Oro. El ayuntamiento tenía contabilizados unos 200 cadáveres que no habían sido reclamados.
"Hay 927 muertos. Hemos perdido la cuenta de los desaparecidos", dijo Benito Ramos, jefe del organismo nacional de prevención de catástrofes. El balance anterior era de 662 muertos y 82 desaparecidos. La Cruz Roja filipina informó, por su parte, de 563 desaparecidos.
Muchos de los desaparecidos fueron arrastrados río abajo por la tormenta Washi, en la madrugada del sábado mientras dormían. Los vecinos de la aldea próxima de Jasaan avisaron ayer del hallazgo de 45 cadáveres flotando en el río Cagayan.
En los tanatorios de las ciudades afectadas, empleados, voluntarios y médicos forenses trabajan a destajo para amortajar y tomar muestras de los cientos de cadáveres sin identificar.
Las medicinas, la ropa y la comida escasean en los 48 centros de acogida donde se han refugiado 45.181 de los 167.460 damnificados.
Los expertos de las agencias internacionales identifican el chabolismo como el principal factor del gran número de víctimas que causan en el país los desastres naturales y que evidencian el mal estado de las infraestructuras. La incontrolada deforestación también favorece las avalanchas. EFE
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